junio 05, 2021

No necesitamos razones para convencerlos de ir a un bar. Acortar la semana. Pasarlo bien. Tomarse un trago con amigos. Todo vale. Pero mucho mejor si lo hacemos en un lugar ondero, con buena vista, excelente atención y con una buenísima combinación de bebestibles y comida. Una calidad que no se encuentra en todas partes.

Por: María José Winter / @mjosew

Una pequeña y tranquila calle en la mitad de la ruidosa Providencia, es el camino de entrada para llegar al local. Su fachada histórica nos deja sin palabras. Y es que Gracielo Bar se ubica en una casona que antiguamente perteneció -nada más ni nada menos-, que a Carlos Ibáñez del Campo, quien fue presidente de Chile en 1927.

La terraza improvisada en la calle está a tope, siendo las 18:30 hrs. de un jueves. Entramos a la casa de tres pisos y subimos directamente hasta el rooftop, donde su vista al cerro San Cristóbal y a la virgen iluminada en su punta, nos trae recuerdos nostálgicos de la bohemia nocturna. Por momentos, te hace olvidar que estamos en medio de una caótica ciudad y una pandemia mundial.

Y es que si los bares no son paréntesis en esta vida ajetreada, ¿no tendrían sentido o no? ¡Pero a lo que vinimos! Cuando el foco de un local está en deleitarse con los tragos de la casa, no hay mejor complemento que unas buenas tapas. Así,  la experiencia se transforma en una especie de danza risueña en la que van ‘bailando’ los sorbos deliciosos de un buen cóctel con gin, junto a unos exquisitos baos vegetarianos rellenos de zapallo y coleslaw, que después de devorártelos de un mordisco, te permite seguir disfrutando del ambiente del bar.

Para mí, esa es la mezcla perfecta. Y Gracielo claramente lo logra. Para partir, un conocido de la casa: “Rosalía”, un trago que viene con carmenere, chambord, licor francés, almíbar de canela, toques cítricos, bitter y ginger ale light. Dulcecito y un verdadero vicio. Si en cambio, quieres partir con algo más fuerte, una buena opción es el “Tshewen-Tshewen”. Trae gin, syrup de cedrón, pomelo y ginger ale. Atómico.

“Nuestra coctelería presenta la particularidad de lograr transportar con su sabor, textura y aroma a lugares que parecen conocidos. Estas preparaciones se caracterizan por poseer ingredientes elaborados de forma artesanal, utilizando técnicas de cocina antigua y moderna, como infusiones de té, hierbas, especias, frutas de estación, jarabes, compotas, reducciones, horchatas y mieles artesanales”, como dice el spot de su boliche.

Y de las tapas que probamos, me voló la cabeza el hummus, un plato que viene con un mix de vegetales, champiñones ostra, portobello, salsa de vino y un hummus tibio, aromático y condimentado, que le daba un toque agridulce perfecto. También probamos un pan brioche esponjoso hecho en el mismo local, bien de la mano con un coleslaw de repollo fermentado y un camarón apanado con salsa ponzu y mayonesa con Sriracha que le daba el picante justo.

 Aunque para nosotros las entradas de picoteo fueron la añadidura perfecta, en la carta hay comida para todos los gustos. Las costillitas de cerdo cocinadas por 12 horas con salsa barbecue, las hamburguesas o las pizzas de masa a la piedra también son una excelente opción para degustar.

No se necesita decir mucho más para persuadirlos de visitar este lugar de Provi. No los decepcionará. Sólo atine y haga su reserva con tiempo, porque o sino, ármate de paciencia para esperar una mesa. Vayan a su Instagram, sapee sus fotos y haga la reserva ahí mismo en el link que aparece en su bio. Nos lo van a agradecer.

Instagram: @gracielobar

Dónde: Cirujano Guzmán 194, Providencia

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